La tambora de la banda resuena con los fuertes ritmos que todo lo envuelven, los personajes no dan tregua entre canción y canción, el tiempo se detiene, no hay lugar para el cansancio se trata de bailar, de revivir la tradición de cada año, lapso en el que tuvieron que esperar; pero es hoy, de nuevo llegó la oportunidad y el pueblo se suma a la Celebración de los Malinches, previo a la Semana Mayor y con una vigencia muy antigua en varias comunidades coatzintecas.
Ésta es Corralillos dónde hoy la fiesta llega a su fin después de días de recorrer la cabecera llevando el silbido del látigo, el aspaviento de sus audaces mujeres de hermosas caras y largas cabelleras, la osadía de viejos en sus rostros pero juventud en sus cuerpos para bailar durante horas y así los diablos, payasos, parcas-niños o monjes se confunden para dar como resultado la festividad que muchos siguen, algunos rechazan pero nadie niega que exista, su vigencia es indiscutible desde tiempos inmemoriales acompañada de música viva, del violín y la quinta reventando de gusto por haber llegado a la siguiente.
Armando Lara Marín presidente del comité señala que “siete capitanes hacen posible que la festividad continúe, son grandes festejos de la comunidad y año con año es lo que se pretende celebrar, una festividad que cuente con el gran apoyo de muchos; autoridades, comerciantes, empresarios y la gente entusiasta de la comunidad que hacen lo posible porque la fecha se celebre con ayuda de todos los que cooperaron y se sumaron al trabajo para convivir como comunidad”.
Se concluyó con sonado baile y premios al mejor disfraz, nadie se queda atrás, la elaboración incluye elementos diversos, naturales, artesanales, trabajados con días de anticipación para sorprender a los demás y el encuentro vuelve a ser ruidoso, alegre, desbordante…y así hasta la próxima celebración carnavalesca.
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